Tomaste la guitarra y con las dos únicas notas que conocías, rociaste de música
nuestro cuarto, arpegiamos juntos y luchaste por nuestros instrumentos casi a
muerte, pero aprendiste, aprendimos juntos, claro, tú más cercano a los dioses
de lo que yo podría estar, fuiste hábil, incluso hoy demuestras genialidad y talento.
Por mi parte, al menos cuando oigo el cantar de los pájaros acercándose, no salen
despavoridos al hacer retumbar las cuerdas.
Te sentencio, hicimos música y haremos música incluso después de muertos
-o la vejez nos coma los oídos-, recuerda el arte no muere, el arte EVOLUCIONA.
Mario leyó y Mario desmayó :(
ResponderEliminar